Sergio Mendoza: “El local que necesitan las plantas, también es el que necesitamos las personas”

Desde su floristería en el barrio de la Gran Vía, Sergio Mendoza pone su grano de arena para que los hogares y los locales comerciales de la ciudad luzcan más agradables y saludables gracias a la vegetación. Además, es responsable de dos restaurantes en el barrio de Patraix, en los que pasa buena parte de su tiempo a pie de calle, por lo que conoce bien las diferentes realidades del verde en València.

 

Tal y como nos lo explica, se percibe que focaliza buena parte de su atención en la infraestructura verde: “me fijo mucho en el verde que hay en la ciudad. Aquí, en Conde de Altea, los árboles dejan pasar la luz en invierno, pero en verano generan una sombra que hace la calle muy habitable; aunque desgraciadamente no ocurre lo mismo en todas las calles de València”.

La Floristería de Fulanito y Menganita

Quién sabe si para huir de la domesticación que requieren las plantas de su floristería, a Sergio le molestan los espacios verdes excesivamente controlados y echa de menos más parques como el de la Rambleta, “que seguramente requieren menos atención y menos mantenimiento. Se perciben como espacios naturales y no como jardines muy cuidados que necesitan un ejército de jardineros constante”. En contraposición a esta idea de jardín de tradición más noreuropea, sitúa otras zonas verdes como el Parque Central, que está, en su opinión, “sobrediseñado”.

 

Mendoza huye de la fastuosidad del verde urbano y apuesta por una jardinería más funcional, “que no considere sólo a los árboles como un elemento de decoración, si no que tengan una función más amplia”. Se refiere, por ejemplo, a mejorar la ubicación del arbolado y optimizar las podas para favorecer las zonas de sombra y evitar así “llenarlo todo de sombrillas en verano”, o incluso a fomentar la presencia de árboles con fruto para sacar partido de ellos: “podría haber olivos en las calles, y que esa aceituna se recogiera, aunque sea con fines educativos. La gente no sabe de dónde viene el aceite, sobre todo la que vive en la ciudad.”

Parc de la Rambleta

Desde el inicio de nuestra conversación, Sergio se muestra muy partidario de la idea de que la ciudadanía tome parte en la gestión de los espacios verdes: “hemos puesto unas maderitas en los alcorques que están delante del restaurante, y vamos plantando plantas que estén graciosas, pero lo justo como para que no las roben”.

 

Aunque entiende que no es sensato obligar a la gente a que mantenga las zonas verdes, sí que les pide que, por lo menos, no destrocen el trabajo que hace el resto. “Yo estaría contento de seguir ocupándome de los tres árboles que hay delante del restaurante sin que el Ayuntamiento tenga que ayudarme en exceso, no es un esfuerzo inmenso. Cuidar las plantas ocupa un tiempo de ocio o de tiempo libre que percibimos como bien usado, como que estamos haciendo algo bueno o algo real ”.

Sergio Mendoza

Esa voluntad de colocar las plantas como un elemento central en su vida, Sergio la traslada particularmente a los entornos domésticos y comerciales. Apunta que “si diseñáramos viviendas o locales tomando en consideración qué es lo mejor para tener plantas en su interior, seguramente los haríamos también más agradables para las personas. Si tenemos una casa donde las plantas prosperan, será que tenemos una casa con buena ventilación, con luz natural… Una casa en la que estamos a gusto”.

 

Entiende que, lógicamente, no todas las casas en València reúnen estas condiciones y se lamenta de que “una sociedad que hubiese priorizado tener plantas en casa o en los negocios no hubiese permitido determinadas construcciones”; y apostilla: “el local que necesitan las plantas, también es el que necesitamos las personas”.

Sergio Mendoza